Vetusta Morla – respirar
Dilapidé la tarde escuchando a los Vetusta, recomendaban respirar. Tal y como acostumbro últimamente, escuché, retuve en el paladar el consejo, y en unos segundos lo escupí en forma de arito de humo condenado a muerte.
Desea echarte de menos, solo por recuperar algún fragmento de aquel dolor bizarro, cruel y adictivo, de aquel que no quedaban ni los posos. Si hubieras esperado frente a mi puerta, la pereza me hubiera impedido cruzar la calle para alcanzarte. No lo puedo evitar, el circo ya no está en la ciudad.
M.
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